martes, 4 de octubre de 2011

Nosotros versus el resto


Ayer estaba viendo un vídeo en el que un orangután mojaba en el agua una toalla, la escurría y se refrescaba después con ella la cara y los brazos. Era hipnótico, no podía dejar de asombrarme de lo parecidos que eran sus gestos a los nuestros. De ahí pasé a otro en el que otro orangután buscó la manera de salvar un pajarillo que había caído del nido al agua; y luego otro en el que un gato le daba un masaje cardiaco a su compañero hasta salvarle la vida, y el del perro que arrastra fuera de la carretera a su compañero atropellado.

Estaba viendo comportamientos de inteligencia y ternuras inigualables en animales que se suponen que ni piensan ni sienten como nosotros. Y eso ¿quién lo dice? Supongo que los mismos que nos hemos pasado la vida rectificando verdades absolutas acerca de todo.

Y de repente me sentí muy mal. El orangután de la toalla y el del pajarillo estaban en un zoo, encerrados de por vida en una cárcel de imitaciones, con rocas de mentira, agua que no es un río, troncos que no son de árboles vivos. ¿Por qué? ¿Por qué nos creemos con derecho a decidir acerca de la vida y la libertad de otros seres? Habrá quien me diga que esa es la única forma de ver de cerca determinados animales. Pero hay muchas otras cosas que tampoco tenemos cerca: Nunca he visto de cerca a un Premio Nobel, a un actor de Hollywood o al constructor del colisionador de hadrones ¿Qué, los metemos en una jaula con horario de visitas?

Creo que ha llegado el momento. Ahora tenemos más información, más deprisa, más actualizada, ya no vale el “no sabía nada”, podemos saber cuanto queramos y más. Todo está a un clic. Ya no se trata de luchar contra el Toro de la Vega, contra la Cabra del Campanario, se trata de respeto y de humildad: Podemos comer carne, pero debemos darle a esos animales una vida y muerte dignas, y si eso nos lleva a tener que comer menos cantidad de carne… pues se come menos cantidad; podemos comer pescado, pero debemos respetar su ciclo de vida y no esquilmar las especies; podemos comer verduras y frutas, pero debemos hacerlo en su fecha y respetando su naturaleza sin llenarlos de mierda para crezcan más y fuera de su época. Y como esos, mil ejemplos de inconsciencia y suicidio colectivo.

Ahí fuera en el espacio la desolación es absoluta, hace mucho frío, no hay aire ni alimento, no hay sonidos, no hay protección contra la radiación. Todo eso lo tenemos aquí, en la Tierra, nos lo proporcionan las plantas y los animales en esa preciosa sinfonía de la vida tan bien ajustada, y creo que deberíamos ser agradecidos y respetuosos. No, el planeta no está a nuestro servicio, ni el espacio está vacío para que lo llenemos de chatarra. Ahora mismo somos la nota disonante de la partitura, así que reorganicemos nuestra actitud y comportémonos como esa pequeñísima parte de un todo gigantesco e incomprensible, pero hermoso.

Os dejo un enlace que ya conocéis y que explica mucho mejor la idea:

http://www.youtube.com/watch?v=a_urxI9L5Ak&list=FLuKbMyEr5Aq_3E7D8wKa1JQ&index=37

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